Historia
Bañado por los ríos Najerilla, Gatón y Cambrones, Mansilla de la Sierra era de gran belleza; tenía calles empedradas, edificios blasonados, iglesia parroquial, ermitas, farmacia, juzgado, casa cuartel…y personas que en ella nacían, vivían y morían.
Durante la República, se decidió que este lugar era idóneo para construir un embalse que regara las huertas del Alto Najerilla y diera electricidad a sus pueblos. Proyecto impulsado por el régimen franquista, el 1 de abril de 1960 se procedía al cierre de las compuertas de la presa.
Los casi 40 años pasados desde el inicio del proyecto y la crisis de la ganadería, provocaron que en 1959 quedaran un poco más de 100 vecinos. La falta de previsión en la construcción del nuevo pueblo cargó de dramatismo la salida. Así, con el agua por los tobillos, con la Guardia Civil mosquetón en mano, los vecinos abandonaron, sus casas, para ir a un nuevo pueblo, donde no había luz eléctrica, las calles no estaban acabadas y no existía un solo pajar donde cobijar el ganado.
Pero la historia de Mansilla no acaba, ni comienza, con la inundación del pantano. El pueblo nuevo comienza a tener su propia biografía, y lucha porque ésta no se construya de espaldas al legado del pueblo viejo.
Estos pueblos de la cabecera del Najerilla constituían una comunidad supramunicipal, con una organización político-administrativa singular: debatían en la llamada Casa de Islas, ubicada en un paraje agreste en término de Mansilla en el camino hacia Viniegra de Abajo, junto a la zona denominada de Tabladas en la falda de la Sierra de Urbión, rodeada de los ríos Portilla y Urbión.
Precisamente se denominó Casa de Islas por situarse entre estos dos ríos y su ubicación se decidió por su posición central respecto a las villas. Allí se custodiaba el archivo con las ejecutorias de los pleitos entablados por la mancomunidad.
Zona tradicionalmente con una importante actividad ganadera trashumante y minera, ésta última parece explicar las tempranas ocupaciones identificadas en la investigación histórica de la ermita de Santa Catalina, experimenta una paulatina transición, no sin conflictividad, de espacio bajo dominio señorial a la jurisdicción real.
Así, en el siglo XVIII, desaparece definitivamente el señorío de la comarca, pero a la vez comienza un periodo de decadencia por la crisis del negocio de la Mesta y la lana, periodo que se agudiza a principios del siglo XX con el inicio de la emigración a América y que tiene su continuación en el éxodo rural de los años sesenta. En este sentido, la revista hispanoamericana El Najerilla, fundada por Víctor Fernández Villar en 1919, informaba sobre las siete villas, y otros pueblos del Alto Najerilla, a la numerosa colonia riojana presente en Argentina y Chile. No solo informaba, su realización permitió tejer una red social colaborativa que ayudo a cohesionar los pueblos de la zona.
El cierre de las compuertas del embalse proyectado durante la República y cuyas obras finalizan en el año 1960, supone un duro golpe a lo que un día fue el centro político administrativo de la comarca.
Y a partir de aquí, os proponemos un recorrido visual por la historia más reciente de Mansilla de la Sierra, la historia de un pueblo vivo y rico, su abandono y el traslado y modificación gradual de un asentamiento que en nada recordaba al pueblo viejo.
El pueblo viejo
En el año 1933, la Republica Española confecciona el Plan Hidráulico Nacional, el único redactado hasta la época. En función de los estudios, tanto geológicos como físicos, se decide que Mansilla de La Sierra sea el punto elegido para el embalse. La elección se basa fundamentalmente en la capacidad de embalsamiento de los seis ríos que fluyen y desembocan en El Najerilla, que pasa paralelo al pueblo. Entre estos ríos destacan por sus caudales, El Gaton, El Portilla, El Cambrones y la cola del Neyla.
Gradualmente el paisaje se va alterando. Iniciamos el viaje en el año 1911, al fondo, hacia el barranco de La Moniquilla, no se observa la existencia de la carretera actual que en cambio transcurre en primer plano, rodeada de huertas. La actividad en el barrio de las Eras, por debajo de la ermita de Santa Catalina es intensa, hay vecinos caminando entre las casa y éstas lucen con todo su esplendor.
Acabamos el viaje en el año 1959, la carretera nueva y el puente de La Moniquilla ya está construido, las escuelas nuevas también, ya hace unos años. Nada parece indicar que en solo unos meses todo lo que vemos en esta foto quedará bajo las aguas.
La construcción de la presa
Como parte del estudio realizado durante la República se plantean dos soluciones: la primera sería dos presas, una a la altura de lo que ahora se conoce como la Venta de Goyo, con lo que almacenaría además el río Urbión, y otra a la altura de Anguiano donde ya existía una central eléctrica, con el fin de ampliarla.
Esta primera opción presenta un problema económico importante. La carretera Nájera / Salas de los Infantes, quedaría anegada, y el importe que suponía la construcción de una nueva superaba el presupuesto disponible. Además, la negativa del dueño de la Central, que pedía una ingente cantidad de dinero por la titularidad de la misma, incrementaba aún más el presupuesto final de esta primera opción. Por tanto, se opta por la segunda opción, la construcción de la pantalla de la presa en Tabladas, término municipal de Mansilla. Esta presa abastecería más de la mitad del regadío de la Rioja Alta, hoy, con el apoyo de la posterior presa de Tormantos, este propósito se cumple al cien por cien.
Después de múltiples reuniones y convenios, y en condiciones aparentemente ventajosas para los habitantes de Mansilla, se firma un documento final, que facilita su construcción, pero que después no fue respetado por el gobierno de Franco.
En la construcción de la presa participan presos republicanos junto con otros trabajadores procedentes de otras zonas de España; algunos de ellos se quedaron. La presa tiene una altura de 85 m y una superficie de 246 Ha, con una capacidad de 78 Hm3, y una central eléctrica de abastece, 58 pueblos y ciudades de La Rioja, convirtiéndose en el mayor embalse de esta comunidad autónoma, aun hoy.
El pueblo viejo inundado
Solo unas semanas después de la inundación, el nivel del agua bajo por primera vez, y por primera vez los vecinos pudieron ver sus casas en un lugar que ya nunca más sería su pueblo.
A duras penas, y tras mucho pelear, les dejaron bajar a buscar las tejas para su reutilización en el pueblo nuevo, muchas acabaron cubriendo los actuales pajares y corrales.
No será la única vez que el nivel del agua permitirá observar el pueblo viejo. Han sido varias las ocasiones en que se ha podido pasear entre sus casas, atravesar los puentes, pisar el frontón, subir al nuevo quiosco de piedra o maravillarse ante la visión casi terrorífica de la naturaleza muerta de los árboles que discurrían paralelos al río.
A muchos, les encanta subir a Mansilla para ver y conocer lo que queda del pueblo, cada vez menos, a otros, sobre todo a los antiguos vecinos, también cada vez menos, no les apetece mucho ver los restos de lo que algún día fue la casa donde nacieron, jugaron y empezaron a trabajar.
El pueblo nuevo
Los que optaron por no emigrar llegaron a un pueblo sin acabar. Faltaba el sistema de desagüe, la iluminación exterior, la pavimentación de las calles y las casas eran tan extrañas, tan diferentes, tan pequeñas, que los pocos muebles que se pudieron rescatar de la inundación no entraban por las puertas.
La indemnización por la casa y las tierras perdidas no llegaba ni de lejos para pagar la nueva vivienda, así que se fijaron unos préstamos de larga duración para su pago. Además, las indemnizaciones eran por cabeza de familia, no por el número de personas que vivían en cada casa del pueblo viejo, por lo que se encontraron que en esas nuevas casas era imposible que convivieran abuelos, padres e hijos y sus respectivas familias como si ocurría en su anterior pueblo.